Dr. Hugo Tapia, académico y coordinador de Investigación en el Proyecto de Formación Inicial Docente (FID) de la Universidad Católica del Maule.
Después de casi dos años, la mayoría de los estudiantes de todos los niveles educativos han vuelto a sus establecimientos. Y seguramente algunos de nosotros conocemos a un pequeño o estudiante universitario que ha ido por primera vez a su escuela o universidad. Sea cual fuere el perfil de la o el estudiante, el proceso de aprender (y de ser enseñado) no será lo mismo que antes de la pandemia. Y enfrentar este proceso requiere contar con muy buena información.
Jenny Anderson comentó hace casi dos años que estábamos viviendo el experimento de educación y tecnología más grande de la historia, el que cambiará las escuelas, la idea de educación y cómo debemos entender el aprendizaje en este siglo. Al respecto, en el centenar de miles de artículos que han aparecido en estos dos años, se ha hablado mucho sobre la pandemia y su impacto en la educación.
En los primeros meses de la pandemia, algunos estudios alertaron sobre el escaso conocimiento sobre el uso de las tecnologías para el aprendizaje tanto de estudiantes como profesores. En los meses posteriores, se analizó, entre otros aspectos, la efectividad de las estrategias llevadas a cabo por el profesorado o las políticas públicas.
Ahora, dos años después, es posible hablar sobre el impacto de la pandemia en el sistema educativo. ¿Qué han descubierto las y los investigadores? Nombrar todos los resultados necesitaría mucho tiempo, pero entre los aspectos principales podemos mencionar algunos.
Por ejemplo, se evidenció que tanto profesores como estudiantes deberían aprender sobre el uso de diferentes herramientas digitales para aprender en línea y, complementariamente, continuar utilizando herramientas digitales para potenciar la enseñanza y el aprendizaje en el contexto presencial.
Por otra parte, especialmente complejo es el escenario para los estudiantes más desfavorecidos. Ellas y ellos han enfrentado pérdidas educativas importantes que podrían repercutir a futuro como, por ejemplo, en las habilidades de lectura y escritura, tal como identificó Gayatri en una revisión sistemática. Esta situación ha sido resultado de las condiciones familiares o sociales desde las que tuvieron que abordar su educación en pandemia y de la incapacidad del sistema de brindar oportunidades para aprendizaje en un contexto remoto. Resulta necesario, por tanto, que en este período de vuelta a la presencialidad se ponga especial atención en identificar y acompañar a quienes presenten dificultades o habilidades descendidas para que puedan avanzar de forma adecuada en su aprendizaje.
Las investigaciones también han permitido resaltar la importancia de las escuelas, no sólo como espacios de instrucción, sino especialmente de socialización y apoyo a los estudiantes. En este sentido, es muy relevante que las escuelas aborden y prioricen el desarrollo emocional y social de sus estudiantes. Escucharlos, acompañarlos y dar la importancia a conocer cómo están enfrentando el proceso de aprendizaje es crucial en este momento.
Aún queda mucho por descubrir sobre el impacto de la pandemia en los aprendizajes de los estudiantes y en el sistema educativo. Es nuestro deber, como profesores, estar atentos a las investigaciones y cómo sus resultados pueden beneficiar nuestra labor.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.