OPINIÓN: “RETORNO A LAS AULAS: IMPACTO SOCIO-AFECTIVO EN LOS ESTUDIANTES Y DESAFÍOS”

Cristian Llévenes Salgado, sociólogo y analista de datos del Proyecto de Formación Inicial Docente (FID) de la Universidad Católica del Maule.


Durante la primera semana de marzo ingresaron a clases la mayoría de los escolares a lo largo del país, lo cual se realiza en una modalidad presencial, según lo estipulado por el Ministerio de Educación. Para ello, se diseñó un “Protocolo de medidas sanitarias y vigilancia epidemiológica para establecimientos educacionales”, el cual establece las medidas a tener en cuenta de acuerdo a la coyuntura sanitaria que vivan los establecimientos durante el retorno a esta modalidad. Sin duda, el regreso a las clases presenciales representa una necesidad educativa de primer orden, esto de acuerdo a la evidencia científica e indicadores que expresan el impacto que ha significado la virtualidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje. De acuerdo a los datos compartidos por el Mineduc, los estudiantes podrían perder hasta el 88% de sus aprendizajes anuales bajo una enseñanza de tipo remota. A su vez, se aprecia que su salud mental se ha visto desmejorada, en tanto que un 41% de los estudiantes indicó sentir aburrimiento durante este periodo, y un 35% manifestó sentirse frustrado o molesto. En términos de cobertura, de acuerdo a un estudio de la Fundación Acción Educar, más de 72.000 niños y niñas no habrían accedido a servicios de educación parvularia en el último año a causa de la pandemia. Observando este contexto, uno de los primeros desafíos que enfrenta el sistema educativo escolar, es retomar los procesos de enseñanza-aprendizaje presenciales, así como analizar los contenidos descendidos, esto último con la finalidad de nivelarlos de acuerdo al curso del estudiante. Será de relevancia, por lo tanto, el diagnóstico que se haga durante las primeras semanas a los escolares, para visualizar de correcta forma el impacto que ha significado estos dos años de pandemia en la educación de aquellos. Además, de suma importancia será evaluar los casos de los estudiantes que desertaron del sistema escolar durante este periodo, y dentro de lo posible, reincorporarlos a la educación formal. Si bien el Ministerio de Educación diseñó un protocolo en conjunto con el Ministerio de Salud para el retorno a clases, un segundo desafío será monitorear permanentemente que los colegios cuenten con las instalaciones y recursos indispensables para implementar dicho protocolo sanitario, y en caso que la coyuntura lo precise, tomar las decisiones pertinentes para evitar los brotes de contagios al interior de las comunidades educativas. Cabe precisar que el Mineduc mantuvo constante la subvención escolar durante la pandemia, la cual no se sometió a la asistencia de los alumnos. Sin embargo, para algunos establecimientos dichos recursos podrían ser escasos, además de no contar con las instalaciones o recursos necesarios para afrontar una emergencia sanitaria. Por ello, la coordinación entre las direcciones provinciales, sostenedores, seremis y los mismos establecimientos escolares, resultará crucial para este periodo. Finalmente, el retorno a clases representa un impacto socio-afectivo en los estudiantes, entendiendo que la escuela, junto con la familia, son las instancias primarias de socialización. Para que este proceso sea armónico, hay que velar por la salud mental de los escolares, atendiendo de buena forma los factores que podrían incidir en ella, como lo es la ansiedad, estrés académico, depresión estudiantil, entre otros. De igual forma, se deben tener presente mecanismos de contención emocional para profesores y profesoras, quienes no tan solo tendrán la misión de educar en esta ocasión, sino que también velar por la salud de sus educandos. Como se ve, los desafíos que representa el retorno a clases presenciales son inmediatos y apremiantes, y de su buena resolución depende el proceso que recién inicia.